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LAS CHUFAS , EN LA DIETA HACE DOS MILLONES DE AÑOS



chufa
Hace dos millones de años, nuestros antepasados ya disfrutaban del sabor de las chufas y sus propiedades nutricionales.

 Según un estudio de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, nuestros antepasados que vivieron en el este de África entre hace 2,4 y 1,4 millones de años tenían una dieta centrada en este alimento, que complementaban con otros frutos y la ingesta de gusanos y saltamontes.

La investigación, publicada este jueves en ‘Plos One’, concluye que esta comida contiene altas cantidades de minerales, vitaminas y ácidos grasos suficientes para el cerebro del ‘Paranthropus boisei’, apodado el ‘Hombre Cascanueces’ por sus grandes dientes molares planos y poderosas mandíbulas. Calcula que un homínido podría extraer suficientes nutrientes de una dieta a base de chufas: alrededor de 10.000 kilojulios o 2.000 calorías al día o el 80 por ciento de su ingesta diaria de calorías requerida entre dos horas y media y tres horas, un patrón que encaja dentro del tiempo de alimentación de cinco a seis horas por día típico para un primate de gran cuerpo.

El trabajo, dirigido por Gabriele Macho, se centró en la dieta de los babuinos de avanzada edad en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia, un entorno parecido al que una vez habitó el  ‘Paranthropus boisei’. 

Los investigadores partieron de la suposición de que los babuinos seleccionan intuitivamente alimentos de acuerdo a sus necesidades, por lo que la doctora Macho sugiere que las demandas nutricionales de un homínido habrían sido bastante similares.

Estos hallazgos ayudan a explicar un rompecabezas que ha desconcertado a los arqueólogos desde hace 50 años. Los expertos llevan años debatiendo sobre por qué estos homínidos tenían esas fuertes mandíbulas y planteando la idea de una dieta basada en alimentos duros como las nueces, sin embargo, sus dientes parecían estar hechos también para el consumo de alimentos blandos.

Además, los daños presentes en el esmalte de los dientes de estos homínidos indican que estuvieron en contacto con alguna sustancia abrasiva, por lo que, según Macho, las chufas, que son ricas en almidones pero altamente abrasivas en un estado sin calentar, pudo provocar esa abrasión y ese desgaste. Con el fin de digerir las chufas y permitir que las enzimas de la saliva descompongan los almidones, estos homínidos tendrían que masticar las chufas durante mucho tiempo, un proceso que, a juicio del equipo de este trabajo, metió una considerable presión a las mandíbulas y los dientes, explicando la anatomía craneal tan distintiva del ‘Hombre Cascanueces’.

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